Coco Chanel
Coco Chanel
Nacida en la capital francesa en 1883, desde muy joven Gabrielle Chanel, mejor conocida
como Coco Chanel, demostró ser una mujer con un carácter fuerte que sin saberlo, la llevaría
a la cima del éxito en el mundo de la moda.
Con una creatividad inigualable, la joven Gabrielle aprendió a coser durante su infancia
mientras se encontraba en un orfanato de monjas donde fue abandonada junto con
sus hermanas por su padre, luego de morir su madre.
La madre, Eugénie Jeanne Devolle, era una campesina de un pequeño pueblo del norte.
Su padre, Albert Chanel, era un vendedor ambulante que recorría los mercados del país.
Años más tarde, luego de huir de un compromiso de matrimonio con el que ella no estaba
de acuerdo, conocería a un joven burgués llamado Étienne Balsan, responsable de mostrarle
la vida de la clase privilegiada llevándola a fiestas y carreras de caballos.
Comenzó a confeccionar sombreros mientras vivía con Balsan, inicialmente como un
entretenimiento que luego derivó en un negocio comercial de notable aceptación entre
sus clientes, muchos de los cuales eran allegados de su amante.
Una vez inmersa en el mundo del lujo de aquella época, la joven Chanel se hizo amiga
de un jugador de polo que era muy cercano a Étienne Balsan, Arthur Boy Cappel, quien
la impulsa a diseñar.
Al ver el gran don que tenía Chanel, Cappel la llevaría a París para que pudiera desarrollar
su talento. Estando en la que hoy es considerada como la capital de la moda, Chanel abrió
su primera tienda en la que vendía sombreros que compraba a un mayorista, y luego de
varias mejoras los vendía a las damas de sociedad que gustaban de estos accesorios.
Luego del rotundo éxito en su tienda, Chanel decidió que era momento de ganar su
independencia trabajando y ayudando a vestir a las mujeres a través de una perspectiva
diferente.
Fue así como la diseñadora introdujo un nuevo look en donde las líneas rectas eran las
protagonistas, dejando de lado el corsé que se usaba en ese entonces y dando más
movimiento y libertad al cuerpo femenino.
Adoptando la moda que ella misma impuso, Chanel dejó entrever que las mujeres del
siglo XX necesitaban ropa que además de ser elegante pudiera ser cómoda, acercando
a las mujeres a los códigos masculinos que sin duda rompían los esquemas de ese tiempo.
Gabrielle Chanel también incursionará en el mundo de la joyería con colecciones simples en
las que las perlas eran las protagonistas, dejando de lado las excéntricas piezas que estaban
tan de moda.
Con una gran aceptación por parte de la aristocracia de aquella época, Chanel se hizo
célebre al presentar sus creaciones a la sociedad parisina en su famosa boutique con
la escalera de espejos ubicada en la Rue Cambon.
Años más tarde, por 1924, el traje más icónico de Chanel vería la luz: El tweed, que
consistía en un traje recto con una falda a la rodilla confeccionado con este tejido que
a pesar de ser robusto, gozaba de una gran elasticidad, lo que era perfecto para el objetivo
de la diseñadora en donde la elegancia debía ir de la mano de la comodidad.
La revolucionaria diseñadora y empresaria moriría a la edad de 88 años, el 10 de enero de
1971 en su habitación en el Hotel Ritz en París. Dos semanas más tarde saldría su última
colección.
Su trabajo al frente de la que hoy en día es la maison más famosa del mundo contribuyó
enormemente a cambiar el papel de la mujer en su época
Mezcló el armario masculino con el femenino.
Pantalones, jerséis de punto, calzado plano, blazers, sombreros... ¿Es necesario seguir?
Hasta que llegó Coco, las mujeres vestían con estilo barroco, con grandes adornos y
ornamentos, embutidas en incomodisimos vestidos y corsés. Ella liberalizó la silueta y
adaptó las cómodas prendas masculinas al cuerpo femenino, lo que la catapultó de
inmediato al éxito a pesar de las reticencias de una parte de la sociedad de la época
a sus propuestas.
Popularizó el corte de pelo masculino.
Hasta la fecha, el pelo largo era un símbolo de estatus y feminidad máxima, aunque
incómodo y nada práctico para la mujer de la época. Ella acabó con la ‘tiranía de la melena’
y popularizó el famoso corte garçon, demostrando que el cabello corto también podía ser
híper femenino.
Creó ropa para una mujer trabajadora.
Adaptándose a la futura incorporación masiva de la mujer al mundo laboral, Coco eliminó
las prendas incómodas que evitaban moverse con libertad y creó su famoso traje sastre de
tweed a semejanza del dos piezas masculino; también acortó las faldas, puso una cadena
a los bolsos de mano para que se pudieran colgar -así nació el tan deseado Chanel 2.55-,
y apostó por tacones medios o zapatos planos que permitieran caminar con facilidad. Todo
ello para ayudar a la mujer moderna e independiente, esa a la que ella anhelaba vestir,
en las tareas y retos de su nueva realidad social.
Popularizó el uso de bisutería.
Hasta la fecha, las joyas se consideraban un símbolo de estatus social solo al alcance de
unos pocos; en concreto, de hombres adinerados que las regalaban a las mujeres, ya que
éstas carecían de la libertad económica necesaria para permitírselas. Gracias a Coco y su
apuesta por la bisutería, entre otras por sus famosísimas perlas, ninguna mujer dependía
de un hombre para lucir adornos.
Bienvenido, tono moreno.
Sí, a ella le debemos esa ansia generalizada por lucir un tono bronceado y saludable en
verano. Hasta que Coco llegó, lucir moreno era sinónimo de ser trabajador, por lo que entre
las clases altas se presumía de un tono blanco inmaculado en la piel. Pero la diseñadora
consiguió que su tono dorado –conseguido gracias a las largas jornadas que pasaba en la
playa durante sus vacaciones en la Costa Azul- fuera sinónimo de modernidad y glamour, y
todas sus clientas se apuntaron a ello.
A pesar de que el color negro había sido símbolo de la nobleza años atrás, en la época de
Coco ya se asociaba con el luto y las vestimentas de las viudas. Ella, junto con su famosísimo
little black dress -creado en 1926-, lo elevó a la máxima categoría y lo convirtió en el mejor
aliado de millones de mujeres en todo el mundo.
Fue una revolucionaria sexual.
Chanel defendía la libertad de amar a quién fuese sin importar el sexo o la clase social.
Prueba de ello es que tuvo innumerables amantes, tanto hombres como mujeres, y no
se avergonzaba. Su sexualidad transgresora se plasmaba en que, a diferencia de una gran
mayoría del resto de sus contemporáneos, no se sentía cohibida al expresarlo. Y, como ya
sabes, nunca se casó, pues no creía que nadie pudiera llegar a pertenecer a nadie para
siempre.
La primera mujer empresaria de la historia.
O al menos, la primera conocida por el gran público. En un mundo dominado por el hombre,
Coco fue una pionera al decidir abrir su propio negocio en 1910. Al principio necesitó ayuda
de su amante Boy Capel, ya que los bancos negaban el acceso a una mujer a los préstamos
bancarios, pero al poco tiempo pudo devolverle todo el dinero prestado y tomar las riendas de
su firma. En 1918 ya contaba con 300 empleados en su taller.
Nos demostró que elegancia y estilo no son sinónimo de clase social.
Y es que la democratización de la moda -entendida como el que todos puedan acceder a
ella- es algo que, a día de hoy, todavía perdura.
Investigado por Andrea Zarate
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